sábado, 16 de enero de 2010

melodramas

Llegó a mis manos mi "diario" de 6° año de primaria, una hojeadita y se me revolvió la panza.

Me preguntooo: ¿De qué me ha servido?

  • 9 semestres de Lic. en Psicología
  • Premio por Alta Escolaridad
  • Diplomado en Psicoterapia Gestalt
  • Año y medio de proceso terapéutico personal

  • Ex asesora de la salud integral
  • Chorrocientos libros sobre la vida, el destino, las relaciones, bla bla bla...

  • Instructora en talleres de desarrollo humano

  • n cursos, talleres, pláticas de zen, biodanza, budismo, autoestima, etc, etc, etc..........

¡¡Si sigo repitiendo la misma tonta historia de amor desde que estoy en 6° de primaria!!

martes, 12 de enero de 2010

De-mentores y mentadas


Dementores: Son seres putrefactos, cubiertos por una capa y de gran estatura. Su cara está oculta por una capucha, su mano es gris, viscosa y con pústulas. Los dementores no tienen alma, absorben la esperanza y los sentimientos positivos. Los muggles no pueden ver los dementores, pero sí pueden sentirlos. En casos extremos, el dementor puede dar el beso de la muerte, que aspira completamente toda el alma de la persona, dejándola como una concha vacía. Para ahuyentar a un dementor se usa el encantamiento Patronus. Los dementores pueden volar. Congelan con su presencia allá a donde van. Existen dudas acerca de si los dementores nacen o se hacen. Si pueden, se alimentan de alguien tanto que lo reducen a algo como ellos mismos... desalmado y perverso, pero podría significar que los dementores fueron humanos transformados por otros dementores.


Y un día abrí los ojos y me sorprendí como una concha vacía, y volteé a ver mi vida y todo carecía de sentido, todo estaba enfermo de insignificancia, sueños caducos y amores convalecientes.

Yo creo que ya me dieron ese beso, ni siquiera fue un buen beso, más bien fueron varios de esos besillos rascuaches, que poco a poco me fueron aspirando el alma, al estilo robo hormiga, dejando mi aura como coladera, por donde se escapó esa palabra chiquititiita que cupo en los huecos: fe. (sin acento...¡¿a quién fregados se le ocurrió quitárselo?!)

Envidias por aquí, relaciones catastróficas por allá, amistades malintencionadas y un trapo de 7 metros de altura que empezó a ahorcarme hasta los pies. (Quien me “conozca” sabrá de qué hablo.)

Si el arte no sana no es verdadero” dijo el buen Jodorowsky, mas no mencionó qué pasa cuando comienza a enfermar. Como las medicinas cuando no se toman como lo receta el médico, los virus se hacen inmunes, la medicina ya no hace efecto y atacan.

Una dosis de autoestima está bien, tomarte todo el jarabe de golpe puede causar convulsiones, que salga espuma por la boca, mentiras, egocentrismos, entre otras anomalías. No hablo por mí, de eso estoy segura, o ya no lo sé, tengo miedo de haberme trasformado en una dementora también, desalmada y perversa, aunque quizá yo pueda ser una gran dementora, yo también puedo volar… aunque solamente sea estando atada. Qué ironía, no?

Definitivamente sí, fui atacada por un dementor, más bien creo que fueron dos!, uno fue el de los besos rascuaches , y el otro…el otro….el otro fue al que yo estuve seduciendo hasta que por fin me dio el beso de la muerte, al estilo francés, con invitación al cine y toda la cosa.

Una disculpa por las metáforas baratas, pero es que yo soy una muggle cualquiera, o sea una simple mortal. Vi el peligro venir pero no hice caso, me hice la occisa, por una parte porque me encantaban los aplausos, la brillantina y exhibir mi trasero al aire. La otra parte: porque me encantaba su imagen de intelectual... me encanta.

¡Quién me manda andarme colgando de cuántas cosas me dijeron mis impulsos! Telas acrobáticas y cuellos de hombres prohibidos. Ambas sin red de seguridad, para amortiguar la caída o para evitar el exceso de elevación.....en ilusiones y en el ego.

A mayor altura, mayor el daño del guamazo, dice la teoría, metafórico y literal.

viernes, 8 de enero de 2010

así nos hizo el amor..

Al día siguiente despertó, aún con la sensación de él, despertó justo al amanecer, lo cual era algo inusual en ella, que solía levantarse cerca del mediodía, con dolor de cabeza de tanto dormir, con el sol restregando su luz en todo el cuarto obligándola a levantarse de la cama.

Esta mañana no, abrió los ojos en el momento en que el cielo comenzaba a clarear, volteó a la ventana al lado de su cama y reconoció ese azul amanecer que hace tiempo alguien le había enseñado a distinguir. Y supo que estaba amaneciendo, recordó que la noche anterior se había dormido rezando a su Dios por una señal, por ser capaz de verla y sabia para entenderla; entonces se dio cuenta que acababa de soñar algo, aún estaba fresco, casi como si fuera real, cerró los ojos para tratar de continuar el sueño justo donde se había quedado, pero fue inútil, ya estaba despierta, había cruzado la línea del sueño a la vigilia, las imágenes se desvanecían.

Pese haberse desvelado la noche anterior y las pocas horas que había dormido, ella sentía una lucidez extraña, se sentía más despierta que nunca, pero serena, aún con la sensación de él...en ella, quizá por esto estaba tranquila, las voces de su cabeza aún dormían.

Todo un día juntos, recordaba con una inevitable sonrisa, era un recuerdo quinestésico, estaba en su cuerpo, no eran palabras. Un día perfecto: frío, nublado, sin ningún pendiente, comer juntos, compartir la cama, tomar café, ir al cine, filosofar de la vida....eso era todo lo que ella deseaba y había sucedido en un mismo día.

Todo un día con él, un día dedicado a ella. No tenía la certeza de ser la única mujer en su vida, y tenía tanto miedo de saber la verdad que nunca se lo hubiera preguntado, procuraba ser respetuosa con su libertad aunque por dentro se moría de celos y de cualquier forma sabía que si él tuviera a alguien más, ella lo perdonaría, porque lo amaba, aunque no se quisiera dar cuenta.

Así que procuró evadir a toda costa estos pensamientos, porque este día era su día y eso fue suficiente para que los siguientes días no pudiera desimpregnarse de la escencia de aquel hombre de ojos fijos.

Nunca antes él había besado su mejilla de esa forma, la abrigó del frío, escuchó pacientemente sus quejas durante horas, hasta le dio consejos sobre sus deseos de juventud (a pesar de que a él le parecían tontos), le dio un masaje en la espalda y la abrazó en diferentes momentos del día, le dio el abrazo de “año nuevo” más largo de su vida, un abrazo que terminó bajo las cobijas, hablando sobre sus padres y su infancia con besos intermitentes y caricias en el cabello, y después él le preparó de comer un humeante caldo de verduras, caminaron, tomaron el camión, él le preguntó sobre sus pretendientes, tomó su mano sorpresivamente en el cine, la apretó fuerte y casi al final del encuentro él le abrió su corazón, le habló sobre su tristeza más grande, compartió su dolor y ella sintió tantos deseos de abrazarlo y de aliviar su pena, que se quedó paralizada, sólo escuchándolo, no podía mover ni un sólo dedo, en realidad estaba feliz, nerviosa, radiante y tan torpe! con las emociones a flor de piel, que hasta lloró en la parte más triste de la película, pero él no se dio cuenta.

Dicen que todo el mundo sabe reconocer los ojos de una persona enamorada, pues bien, cuando ella estaba con él lo miraba fijamente, con sus ojos grandes y trasparentes, no podía dejar de mirarlo, cada parte, cada detalle de él, con una combinación entre ternura y pasión, incluso hasta aquella pelusa en el ojo le parecía linda, lo hacía humano, pero ni sus defectos como el sonarse la nariz como viejito o su mal gusto para vestir, le quitaban ese aire etéreo que ella no podía dejar de contemplar. Definitivamente estaba enamorada.

No podía negarlo más, estaba enamorada hasta las rodillas. Se había preguntado mil veces si él lo sabía, si ya habría notado el brillo en sus ojos o si alguna vez se le había escapado algún te amo mientras hacían el amor.

Selló la despedida con un pequeño beso en la orilla de los labios. -¿Te vas a conectar cuando llegues a tu casa?– preguntó él. -¡Sí!- dijo ella, sin dudar, deseando que ese encuentro no terminara nunca. Entonces él se alejó tras las puertas del centro comercial.

...

Cuando ella se conectó, él ya estaba en línea, la saludó: -Espera, ya regreso-. Y ella lo esperó y lo esperó, pasó una hora y él no atendió sus mensajes, y ella lo siguió esperando, hasta la 1:50 a.m. que despertó con la cabeza recargada sobre la pared y la laptop sobre las piernas con el protector de pantalla aluzando el cuarto oscuro. Él seguía conectado, no había contestado una sola letra. Los medios electrónicos aveces suelen ser muy fríos.


A las 2:00 a.m. decidió irse a dormir y no insistir más, no quería hostigarlo, trataba de mantenerse al margen, que él la sintiera cerca, presente, pero no hostigante o demandante, luchaba con todas sus fuerzas por no esperar algo más de él. Él era un hombre libre, no debía hacerse ilusiones, ella lo sabía muy bien, siempre lo supo ¡pero era lo más difícil del mundo!

-Buenas noches, que descances- escribió ella como despedida, seria, sin ningún emoticon.
También me voy a dormir- respondió él, al otro lado de la pantalla y desapareció.

Ella no sabía si todo ese tiempo él había estado ahí y no había contestado. Lo que si sabía era que ya había terminado su día. Apagó la computadora y se metió bajo los cobertores, abrazó su perro de peluche y su almohada, apretó un rosario en sus manos y cerró los ojos implorando al Universo una señal.